Dad y se os dará by Donna Leon

Dad y se os dará by Donna Leon

autor:Donna Leon [Leon, Donna]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 2022-03-15T00:00:00+00:00


17

La dottoressa Del Balzo apenas había empezado a bajar la escalera cuando Brunetti comenzó a tratar de imaginar qué podía temer su marido. El asalto a la clínica era prueba de que tanto Fenzo como su esposa tenían algo que temer. ¿Podía haber una amenaza más clara? «Primero los animales; vosotros después».

Interrumpió sus pensamientos la llegada de Pucetti.

—¿Cómo ha ido? —le preguntó el commissario, haciéndole una seña para que entrara.

—No estaban en casa, así que lo he dejado con Claudio, en la librería de la esquina. Me ha dicho que los llamaría y los avisaría de que tenía al gato.

Brunetti le señaló una silla y, cuando Pucetti se hubo sentado, le preguntó:

—¿Has encontrado a los otros?

Él sonrió para indicar que no se le había dado del todo mal.

—Ella está en la guía telefónica, de modo que he ido a hablar con los chicos del cuartel de los carabinieri de Campo dei Gesuiti, pero no tenían ni idea de quiénes eran. El restaurante del campo sigue cerrado, pero el bar de enfrente es del mismo propietario y está abierto. El dueño me ha dicho que Fenzo le ha ahorrado un montón de dinero todos estos años con desgravaciones que él desconocía y metiéndolo en la lista correcta de empresas indemnizables por las pérdidas derivadas de la covid. —Después de pensarlo un momento, el agente dijo—: Es raro, señor. El restaurante y el bar son los dos únicos locales comerciales del campo y ya sabe lo grande que es. ¿La ciudad…? —iba a preguntar, pero calló.

—¿La ciudad qué? —inquirió Brunetti.

—¿La ciudad antes era así, con sitios de verdad donde podían comprarse cosas de verdad?

—¿Como botones y menaje de cocina? —sugirió el commissario.

—Sí.

—Hasta se podían encontrar ropa interior, pasta fresca y flores —le reveló Brunetti satisfecho.

—Eso me dice mi madre —contestó Pucetti—. Parece un cuento de hadas. —Al verle la cara a Brunetti, añadió enseguida—: Para mí, claro, señor.

—Sí, era distinto —convino el commissario, aunque no le apetecía seguir hablando del tema—. Gracias por devolver el gato, Pucetti.

El agente interpretó correctamente la indirecta y se puso en pie.

—De nada, señor. Siempre que le pueda ser de ayuda… —No terminó la frase, saludó al estilo militar y dejó al commissario con sus pensamientos.

¿De verdad había ordenado que llevaran a un gato a sus dueños en una lancha policial? Llevaba meses siendo consciente del letargo invasivo de la pandemia, un síntoma que parecía haberlos golpeado a todos, independientemente de si habían sido víctimas de los otros síntomas malignos. Se tardaba más en tomar decisiones, más en arrepentirse de haberlas tomado. La correspondencia se había ralentizado y costaba una semana escribir un correo electrónico con un simple «Sí» o «No». Recordar conversaciones que había tenido, incluso el día anterior, de pronto requería un esfuerzo. Pero haberse servido de una lancha policial para devolver a un gato a su dueño…, eso era más que letargo. Le recordaba el comportamiento de la madre y el hijo que habían ido a la clínica de la dottoressa Del Balzo a por su perra secuestrada.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.